El viaje que planteamos es fundamentalmente, una travesía a pie por el desierto. Aunque en todo momento llevamos el apoyo de nuestros camellos, conocemos el valor del movimiento corporal.
Desde las más antiguas tradiciones a las más modernas aplicaciones de neurociencia, entendemos la puesta en acción como la clave para que los cambios tengan lugar.
Andar por el desierto es deleitarse con cada paso en la arena, la metáfora perfecta del camino.
Forma física
Caminaremos de 3 a 5 horas al día, por lo que se requiere un estado de forma activo pero no excepcional. Además, tenemos a nuestra disposición los camellos que nos acompañan y que también portan nuestro equipaje.
Recomendamos la experiencia de dejarse mecer por uno de estos fantásticos animales y contemplar el paisaje desde otra perspectiva.
Por otra parte, tendremos la oportunidad de hacer yoga al amanecer, lo que nos ayudará a desperezar y calentar el cuerpo para empezar el día desde una consciencia más plena de nuestro estado físico.
La temperatura
Durante el día estaremos en torno a los 25º, lo que nos permite caminar sin problemas bajo la luminosa luz de un cielo despejado.
En este sentido, es recomendable usar camiseta de manga larga, protector solar y la prenda estrella en el desierto: nuestro che-ché, el versátil turbante al que le iremos encontrando los más diversos usos durante el tiempo que permanezcamos en el desierto.
Por las noches, la temperatura bajará hasta los 10 o 15º aproximadamente. Con un saco de dormir apropiado para esta temperatura pasaremos una confortable noche dentro de nuestra jaima… o durmiendo al raso bajo las estrellas. Una experiencia inolvidable.
¿Por qué en el desierto?
Puedes conectar con tu paz interior en cualquier momento y en cualquier sitio. Porque esa paz es tuya y la llevas dentro. Y sin embargo, el desierto facilita el espacio: sin ser sobreestimulado por ruidos, luces, polución, horarios, etc. el cuerpo se bioregula.
Las hormonas del sueño entran en su ciclo natural y el cuerpo conecta con la tierra.
En el silencio del desierto, en la profundidad de sus noches estrelladas, y lejos de cualquier signo de industrialización, tendrás la oportunidad de conocer otro tipo de vida, una vida tranquila. Un recurso al que siempre podrás recurrir.
Un antiguo dicho bereber dice que «el agua purifica el cuerpo y el desierto purifica el alma». Y es cierto.
– He visto la caravana caminando a través del desierto – dijo por fin-. Ella y el desierto hablan la misma lengua y por eso él la permite que ella lo atraviese. Probará cada paso suyo, para ver si está en perfecta sintonía con él; y si lo está, ella llegará al oasis. Si uno de nosotros llegase aquí con mucho valor, pero sin entender ese lenguaje, moriría el primer día.
Continuaron mirando la luna juntos.
-Ésa es la magia de las señales -continúo el muchacho-. He visto cómo los guías leen las señales del desierto y cómo el alma de la caravana conversa con el alma del desierto.
El Alquimista, Paulo Coelho